jueves, 9 de agosto de 2012

"EN PARQUE CHAS SE CURO MI INSOMNIO"

Un ejemplo del daño a la calidad de vida

Nora Sánchez
“En Parque Chas se curó mi insomnio”
Periodista de Clarín desde hace dos décadas, habla de la estigmatización que sufre en determinados círculos por trabajar en el diario más odiado por el gobierno nacional. Hace menos de dos años se mudó a Parque Chas. Descubrió un barrio de vecinos solidarios y amantes del asado, además de recuperar el sueño perdido en Balvanera.
 
Por Marcelo Benini
mbenini@periodicoelbarrio.com.ar
-¿Cuánto hace que trabajás en Clarín?
-Este año cumplo dos décadas como periodista. Ese tiempo es coincidente con la fecha en que empecé a desempeñarme en el diario gracias a una beca de la Universidad Católica Argentina. Recién en 1998 fui efectivizada, hasta entonces hacía suplencias de verano y colaboraba con otros medios. Fueron años de muchos cambios, pero el saldo es positivo. Sin embargo, en los últimos tiempos se hizo difícil ejercer esta profesión.
-¿Sentís que el periodista de Clarín ha sido estigmatizado por su sola pertenencia al diario, tras la guerra que el gobierno nacional le declaró al grupo?
-En determinados círculos sí. No falta quien en alguna reunión social te cuestiona por trabajar en Clarín. Yo entonces les pregunto para quién trabajan ellos y muchos se enojan. Todos los medios de comunicación pertenecen a grupos económicos y no me parece que exista uno mejor que otro. Si fuera tan fácil disponer un medio de comunicación sin duda tendría el mío propio. Creo que más allá de para quién uno trabaje, uno debe tener su propia ética. En Clarín nunca torcieron la mía. Yo escribo temas de ciudad y no me siento presionada. Hace poco hice una nota sobre el estado del Riachuelo a cuatro años del fallo de la Corte Suprema, que ordenó su saneamiento. Conté que en el último año se habían notado avances y nadie me pidió que evitara hacer comentarios positivos al respecto. Siento que respetan mi mirada objetiva sobre los distintos temas. Yo me pregunto si Página 12 y Tiempo Argentino investigarían la relación entre Boudou y Vanderbroele, por ejemplo...
-Los periodistas suelen quedar como rehenes de estos conflictos de intereses, que sin duda los exceden. ¿Alguna vez pasaste un mal momento de manera gratuita?
-No con conocidos directos, pero sí al cubrir las notas. Una vez un muchacho de unos 30 años me dijo “yo a ustedes los odio”. Fue una imputación difusa, pero me hizo sentir como si yo estuviera haciendo algo indebido cuando no es así. Es como ir a hacer compras a un hipermercado y agarrártela con la cajera por el aumento de los precios.
-Resulta contradictorio que desde el gobierno se ataque a Clarín por su condición de monopolio a través de otro monopolio...
-Sin duda, es una contradicción. Yo por eso recomiendo leer distintos medios, no sólo uno. Siempre hay que hacerlo y ahora más que nunca. Hay que tener diferentes campanas y sacar conclusiones. Veo que hoy muy pocos razonan por sí mismos sino que basan su pensamiento en lo que dicen Clarín o “6 7 8”.
-En esta disputa parecen no existir los grises. Hay ángeles o demonios, según la óptica de cada cual, cuando quizá ni una parte es tan mala ni la otra tan buena...
-Por supuesto. En lo personal creo que el gobierno promovió un montón de avances, por ejemplo la política de juicios a los responsables de la dictadura o el matrimonio igualitario. Lo que me molesta es que uno no pueda marcar los puntos negativos. Me sentiría mucho más tranquila si el gobierno reconociera que la inflación es un problema.
-Pasemos a temas más amables. Vivías cerca de Callao y Corrientes, hasta que hace un par de años te mudaste a Parque Chas. Todo un cambio de vida...
-Sí, hasta diciembre de 2010 viví en Balvanera. Fue el barrio de mi infancia, una zona muy ruidosa. A la mayor parte de los lugares llegaba caminando, encontraba negocios abiertos a toda hora y tenía a disposición muchas opciones de transporte, pero la contrapartida era el insomnio. Me dormía a las tres de la mañana y me despertaba cada dos horas. Creía que el problema lo tenía yo, como consecuencia del estrés, pero cuando con mi pareja nos mudamos a Parque Chas pude conciliar el sueño sin problemas.
-¿Cómo llegaron al “laberinto”?
-Vivíamos en un departamento de dos ambientes, pero queríamos pasar a un PH con espacios abiertos y una parrilla para hacer asados. Al principio buscamos por Boedo o Caballito, hasta que apareció un PH en Parque Chas. Nos enamoramos del barrio por su paz. Esa propiedad no pudo ser, pero con el tiempo surgió otra cerca de Avenida de los Incas y Constituyentes y nos vinimos. Fue un cambio enorme. Descubrí que podía dormir, que todos los vecinos se conocen y que son solidarios. Pero el principal hallazgo, una característica del barrio no importa si llueva o haga frío, es que toda la gente hace asado. ¡Vemos salir humo de todas las terrazas! Es otra calidad de vida. La desventaja es el transporte, ya que en Avenida de los Incas pasan muy pocas líneas y con malas frecuencias. Lo mismo sucede en Avenida de los Constituyentes con el 111. Así que opto por caminar diez cuadras hasta el subte, siempre y cuando funcione.
-¿Aprendiste a descifrar el funcionamiento del barrio?
-En los círculos más cerrados me pierdo, aunque conozco las calles que me sacan. Pero los domingos es lindo pasear en bicicleta sin rumbo fijo y aparecer en cualquier lado.

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