Nora Sánchez
“En Parque Chas se curó
mi insomnio”
Periodista de Clarín desde hace dos
décadas, habla de la estigmatización que sufre en determinados círculos por
trabajar en el diario más odiado por el gobierno nacional. Hace menos de dos
años se mudó a Parque Chas. Descubrió un barrio de vecinos solidarios y amantes
del asado, además de recuperar el sueño perdido en Balvanera.
Por Marcelo Benini
mbenini@periodicoelbarrio.com.ar
-¿Cuánto hace que trabajás en
Clarín?
-Este año cumplo dos décadas como
periodista. Ese tiempo es coincidente con la fecha en que empecé a desempeñarme
en el diario gracias a una beca de la Universidad Católica Argentina. Recién en
1998 fui efectivizada, hasta entonces hacía suplencias de verano y colaboraba
con otros medios. Fueron años de muchos cambios, pero el saldo es positivo. Sin
embargo, en los últimos tiempos se hizo difícil ejercer esta profesión.
-¿Sentís que el periodista de
Clarín ha sido estigmatizado por su sola pertenencia al diario, tras la
guerra que el gobierno nacional le declaró al grupo?
-En determinados círculos sí. No falta
quien en alguna reunión social te cuestiona por trabajar en Clarín. Yo
entonces les pregunto para quién trabajan ellos y muchos se enojan. Todos los
medios de comunicación pertenecen a grupos económicos y no me parece que exista
uno mejor que otro. Si fuera tan fácil disponer un medio de comunicación sin
duda tendría el mío propio. Creo que más allá de para quién uno trabaje, uno
debe tener su propia ética. En Clarín nunca torcieron la mía. Yo escribo
temas de ciudad y no me siento presionada. Hace poco hice una nota sobre el
estado del Riachuelo a cuatro años del fallo de la Corte Suprema, que ordenó su
saneamiento. Conté que en el último año se habían notado avances y nadie me
pidió que evitara hacer comentarios positivos al respecto. Siento que respetan
mi mirada objetiva sobre los distintos temas. Yo me pregunto si Página 12
y Tiempo Argentino investigarían la relación entre Boudou y
Vanderbroele, por ejemplo...
-Los periodistas suelen quedar como
rehenes de estos conflictos de intereses, que sin duda los exceden. ¿Alguna vez
pasaste un mal momento de manera gratuita?
-No con conocidos directos, pero sí al
cubrir las notas. Una vez un muchacho de unos 30 años me dijo “yo a ustedes los
odio”. Fue una imputación difusa, pero me hizo sentir como si yo estuviera
haciendo algo indebido cuando no es así. Es como ir a hacer compras a un
hipermercado y agarrártela con la cajera por el aumento de los precios.
-Resulta contradictorio que desde
el gobierno se ataque a Clarín por su condición de monopolio a través
de otro monopolio...
-Sin duda, es una contradicción. Yo por
eso recomiendo leer distintos medios, no sólo uno. Siempre hay que hacerlo y
ahora más que nunca. Hay que tener diferentes campanas y sacar conclusiones. Veo
que hoy muy pocos razonan por sí mismos sino que basan su pensamiento en lo que
dicen Clarín o “6 7 8”.
-En esta disputa parecen no existir
los grises. Hay ángeles o demonios, según la óptica de cada cual, cuando quizá
ni una parte es tan mala ni la otra tan buena...
-Por supuesto. En lo personal creo que el
gobierno promovió un montón de avances, por ejemplo la política de juicios a los
responsables de la dictadura o el matrimonio igualitario. Lo que me molesta es
que uno no pueda marcar los puntos negativos. Me sentiría mucho más tranquila si
el gobierno reconociera que la inflación es un problema.
-Pasemos a temas más amables.
Vivías cerca de Callao y Corrientes, hasta que hace un par de años te mudaste a
Parque Chas. Todo un cambio de vida...
-Sí, hasta diciembre de 2010 viví en
Balvanera. Fue el barrio de mi infancia, una zona muy ruidosa. A la mayor parte
de los lugares llegaba caminando, encontraba negocios abiertos a toda hora y
tenía a disposición muchas opciones de transporte, pero la contrapartida era el
insomnio. Me dormía a las tres de la mañana y me despertaba cada dos horas.
Creía que el problema lo tenía yo, como consecuencia del estrés, pero cuando con
mi pareja nos mudamos a Parque Chas pude conciliar el sueño sin problemas.
-¿Cómo llegaron al
“laberinto”?
-Vivíamos en un departamento de dos
ambientes, pero queríamos pasar a un PH con espacios abiertos y una parrilla
para hacer asados. Al principio buscamos por Boedo o Caballito, hasta que
apareció un PH en Parque Chas. Nos enamoramos del barrio por su paz. Esa
propiedad no pudo ser, pero con el tiempo surgió otra cerca de Avenida de los
Incas y Constituyentes y nos vinimos. Fue un cambio enorme. Descubrí que podía
dormir, que todos los vecinos se conocen y que son solidarios. Pero el principal
hallazgo, una característica del barrio no importa si llueva o haga frío, es que
toda la gente hace asado. ¡Vemos salir humo de todas las terrazas! Es otra
calidad de vida. La desventaja es el transporte, ya que en Avenida de los Incas
pasan muy pocas líneas y con malas frecuencias. Lo mismo sucede en Avenida de
los Constituyentes con el 111. Así que opto por caminar diez cuadras hasta el
subte, siempre y cuando funcione.
-¿Aprendiste a descifrar el
funcionamiento del barrio?
-En los círculos más cerrados me pierdo,
aunque conozco las calles que me sacan. Pero los domingos es lindo pasear en
bicicleta sin rumbo fijo y aparecer en cualquier
lado.
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